Los monstruos que sí hay que mirar

Emma Pache
3 min readJul 13, 2021

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Roma Gallardo, Naim Darrechi y Mostopapi — Fuente: elaboración propia

Cuando alguien conocido se comporta como un trozo de mierda, y por lo tanto las redes sociales se vuelcan a señalar el tamaño del excremento, es habitual leer mensajes donde se comenta que, en realidad, le estamos haciendo un favor a la persona en cuestión. Porque, con la polémica, sus redes llegan a mucha más gente de la que llegarían normalmente y así terminan con un aumento considerable de seguidores. Por eso se suele decir aquello de “a los monstruos no mirar”, como en Los Simpson, para que no salgan ganando. Aunque esto, como suele pasar con muchas cosas, a veces es acertado y a veces no.

Si un día vemos que Dalas está insultando a alguien, con la vena del cuello como tronco de lechuga y ganando dinero por ello, que nos pongamos a criticarlo sin aportar nada nuevo no va a tener mucho sentido. Al final, siempre hace lo mismo. Incluso en pleno 2021 la mayor parte de sus vídeos giran en torno a polémicas sobre su vida, así que después de tantos años ya no hay mucho más que señalar. En lugar de eso, probablemente sea mejor ignorarlo y no potenciar sus visitas.

Pero hay casos, como el de Naim Darrechi, en los que tiene todo el sentido del mundo compartir sus declaraciones, porque hacerlo tiene un fuerte componente de transformación social. Cuando tantas personas expresan su rechazo a comportamientos como el de Darrechi, se vuelve mucho más posible que las mujeres que sufren estos abusos los rechacen con la contundencia que merecen y que busquen apoyo. O que sus círculos las apoyen sin cuestionarlas constantemente. O incluso que algunos hombres lleguen a conclusiones más firmes sobre lo que no deben hacer.

Evolución de “me gusta” y seguidores de Naim Darrechi — Fuente: TokCount

Hay un precio a pagar, claro, y no podemos obviar que Darrechi triplicó ayer la media de crecimiento de seguidores de los cinco días anteriores según TokCount. Y aunque hoy ya ha perdido casi 18.000, el balance en números sigue siendo positivo para él.

Aun así, hay que decir que cada vez el número de seguidores importa menos. Sigue siendo muy relevante, pero las marcas cada día se esfuerzan más en buscar creadores con una imagen limpia y amigable, una imagen que ahora mismo es todo lo contrario a la de este tiktoker. No es como si todas sus oportunidades de hacer negocio se hubieran esfumado, pero ninguna marca quiere que el público la esté constantemente cuestionando por las personas con las que decide relacionarse.

En resumen, no siempre es malo mirar a los monstruos. Es como una balanza. Hay que considerar cuán necesario es lo que queremos expresar dado nuestro contexto social, qué consecuencias negativas va a tener el rechazo colectivo sobre el individuo en cuestión y cuál es el precio que vamos a pagar por ello. Y, en este caso, creo que ha valido la pena.

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Emma Pache

Periodista. Aquí escribo lo que me queda demasiado largo para Twitter.